Penicilina.
Tras finalizar la Primera Guerra Mundial, un capitán del cuerpo médico llamado Alexander Fleming regresó a su puesto de doctor en el St. Mary’s Medical School de la Universidad de Londres , Fleming estaba interesado en la búsqueda de sustancias antibacterianas que no dañaran los tejidos animales.
En el verano de 1928 Londres sufrió unos cambios de temperatura más bruscos que de costumbre, llegando al inicio de agosto a temperaturas de entre 16 y 20 ºC, y mucho más cálidas después (hasta 30 ºC), este hecho provocó el desarrollo primero de las esporas de Penicillium notatum (que crecen entre 15 y 20 ºC de temperatura) y posteriormente del estafilococo (cuya temperatura óptima de crecimiento es entre 30-37 ºC) , esta coincidencia hizo que ambas colonias de hongos y bacterias crecieran en la misma placa (solo en una de las cincuenta) y permitió que el efecto bactericida del hongo fuera visible , sin embargo, Fleming no era químico y todos sus intentos de purificar y estabilizar la penicilina fracasaron.
En la década de los setenta aparecieron las penicilinas sintéticas que permiten un mayor número de fórmulas y, a día de hoy, los principales antibióticos primarios siguen siendo penicilinas como la cloxacilina o la amoxicilina, aunque contamos con la alternativa de las cefalosporinas, cuyo principio es idéntico pero se origina en un hongo distinto, son más estables y cuentan con un espectro de acción de mayor amplitud , otros antibióticos sintéticos son las tetraciclinas, las quinolonas y algunos más pero, por lo general, no son tan eficaces como los anteriores y ocasionan más efectos secundarios.
Junto con las vacunas, la gran mejora en la higiene y otros avances, el desarrollo de las penicilinas es el responsables del aumento espectacular de la esperanza de vida de la población en Occidente, que se mantenía por debajo de los cincuenta años, con una media mundial de treinta y uno, entre otras cosas porque, si en 1900 las tres primeras causas de fallecimiento en los países eran enfermedades infecciosas como la neumonía, la tuberculosis y la diarrea o la gastroenteritis, en el presente ninguna de ellas lo es , la aplicación de la penicilina es considerada por muchos científicos el logro más importante de la medicina en el siglo pasado, y todo gracias al empeño científico de Alexander Fleming.
A finales de julio de 1928, antes de irse de vacaciones , Fleming dejó unas 50 placas inoculadas para que creciera una bacteria patógena denominada estafilococo , más tarde, el 3 de septiembre, en el desordenado laboratorio encontró una de esas placas contaminada con un moho , en lugar de tirar a la basura ese experimento fallido la curiosidad de Fleming le impulsó a analizarlo , observó que las colonias de estafilococos más cercanas a él estaban muertas mientras que las más lejanas se habían reproducido normalmente , inmediatamente se percató de que el hongo llamado Penicillium notatum había liberado alguna sustancia bactericida que Fleming bautizó como penicilina.
En el verano de 1928 Londres sufrió unos cambios de temperatura más bruscos que de costumbre, llegando al inicio de agosto a temperaturas de entre 16 y 20 ºC, y mucho más cálidas después (hasta 30 ºC), este hecho provocó el desarrollo primero de las esporas de Penicillium notatum (que crecen entre 15 y 20 ºC de temperatura) y posteriormente del estafilococo (cuya temperatura óptima de crecimiento es entre 30-37 ºC) , esta coincidencia hizo que ambas colonias de hongos y bacterias crecieran en la misma placa (solo en una de las cincuenta) y permitió que el efecto bactericida del hongo fuera visible , sin embargo, Fleming no era químico y todos sus intentos de purificar y estabilizar la penicilina fracasaron.
La historia de la ciencia revela que en la mayoría de las ocasiones los grandes descubrimientos se producen por coincidencias y que para que un fenómeno en concreto pueda ser analizado por el método científico ha de haber un ‘ojo’ curioso que le preste atención en lugar de desecharlo, uniendo el rigor científico a algo al menos previamente desconocido , el descubrimiento de la penicilina es un buen ejemplo de que la ciencia a veces habla por sí misma y hay que saber escucharla.
La penicilina quedó olvidada durante 10 años hasta que el médico australiano Howard Walter Florey y el bioquímico alemán Ernst Boris Chain del Instituto de Oxford de Patología se interesaron por su efecto bactericida , ambos dirigían un equipo que consiguió purificarla a pequeña escala y que en 1940 tuvo éxito en la cura de ratones previamente infectados , mientras que los ratones sin tratamiento morían sin remedio a causa de la infección, aquellos que eran tratados con penicilina sobrevivían mostrando de manera inequívoca la eficacia de esta como herramienta terapéutica , más tarde Fleming, Florey y Chain recibirían en 1945 el Premio Nobel de Fisiología y Medicina por estos grandes descubrimientos.
Durante los años cuarenta, y en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, la penicilina se convirtió en la ‘droga maravillosa’, ya que curaba enfermedades infecciosas y salvó millones de vidas , sin embargo su producción fue muy complicada y costosa hasta que la química inglesa Dorothy Hodgkin, de la Universidad de Oxford, descubrió la estructura de la penicilina por cristalografía de rayos X , este hecho fue tan trascendental que permitió desde entonces la producción de penicilinas sintéticas, así como de otros antibióticos derivados como las cefalosporinas , finalmente recibió el Premio Nobel de Química en 1964.
En la década de los setenta aparecieron las penicilinas sintéticas que permiten un mayor número de fórmulas y, a día de hoy, los principales antibióticos primarios siguen siendo penicilinas como la cloxacilina o la amoxicilina, aunque contamos con la alternativa de las cefalosporinas, cuyo principio es idéntico pero se origina en un hongo distinto, son más estables y cuentan con un espectro de acción de mayor amplitud , otros antibióticos sintéticos son las tetraciclinas, las quinolonas y algunos más pero, por lo general, no son tan eficaces como los anteriores y ocasionan más efectos secundarios.
Junto con las vacunas, la gran mejora en la higiene y otros avances, el desarrollo de las penicilinas es el responsables del aumento espectacular de la esperanza de vida de la población en Occidente, que se mantenía por debajo de los cincuenta años, con una media mundial de treinta y uno, entre otras cosas porque, si en 1900 las tres primeras causas de fallecimiento en los países eran enfermedades infecciosas como la neumonía, la tuberculosis y la diarrea o la gastroenteritis, en el presente ninguna de ellas lo es , la aplicación de la penicilina es considerada por muchos científicos el logro más importante de la medicina en el siglo pasado, y todo gracias al empeño científico de Alexander Fleming.
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